Nota de la moderadora: La fotografía no se corresponde con la protagonista de la experiencia, es ejemplificativa
Queridas
amigas:
Quiero
contaros lo que me ha pasado hoy, porque ha sido una cosa muy emotiva y que me
ha llegado al corazón.
Resulta que
mi madre hace años que padece baja visión por una trombosis que tuvo y por una
miopía muy alta.
Hoy mi hija tenía su exhibición de baile en el
club deportivo en donde ha estado entrenando todo el año, e iba a actuar en una
coreografía muy bonita junto a todas sus compañeras. Uno de los mayores anhelos
de su abuela era poder disfrutar de las evoluciones de la niña en el escenario,
pero puesto que las chicas iban todas vestidas igual, se lamentaba mi madre que
no podría distinguirla.
Bien, pues
cuando mi hija le dijo a su profesora que su abuela lamentaría no reconocerla
por ir todas con la misma ropa, la entrenadora, sin pensarlo dos veces, sacó
una falda verde fosforito de una taquilla del vestuario y le dijo a la niña que
se la pusiera. Mi hija me comunicó inmediatamente que avisara a mi madre que
estuviera pendiente de la bailarina de la falda verde.
Cuando
salieron todas las chicas al escenario, la falda fosforita de mi hija saltaba y
brincaba resaltando todos los movimientos que había aprendido tan bien. Mi
madre, pudo, gracias a eso, distinguir cómo bailaba su querida nieta.
Yo, por el
contrario, apenas pude distinguirla. Pero lo mío fue porque se me llenaron los
ojos de lágrimas de verdadera gratitud y emoción.
Fue uno de
los detalles más bonitos que han tenido nunca con nosotros, gracias a unas
personas que se han preocupado de que no se deje de lado a alguien que necesita
una ayuda para disfrutar de lo mismo que los que no tenemos esa dificultad
damos por hecho, y todo con un gesto muy simple, solo cambiando una falda.
Belén, 15-junio-2013
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