Os entiendo enormemente que les
deis tanta importancia a los sentimientos, porque yo he vivido con una congoja
especial por no haberlos entendido a tiempo. Mi abuelo perdió la vista por un
ataque de tensión. Estaba también jubilado pero había sido siempre profesor de
literatura. Después de aquello, el hombre aún veía algo, pero muy poco y, al
leer se cansaba mucho. Su carácter cambió, se hizo triste y meditabundo, dejó
de hacer cosas que antes hacía. La lectura siempre había sido muy importante en
su vida y contaba con una extensa biblioteca en su casa. Solía pedirnos a mi
hermano y a mí que le leyéramos párrafos de aquellos libros. En esa época
nosotros éramos adolescentes y los volúmenes antiguos de mi abuelo nos parecían
auténticos muermos. Sin embargo, no os podéis imaginar con qué delectación
escuchaba el anciano los párrafos monótonos que le leíamos desganados. Algunos
años más tarde, mi abuelo falleció. Y nada ni nadie me quitan de la cabeza que
se nos fue de pena. Tal vez si yo hubiese podido entender los sentimientos de
mi abuelo, me hubiera comportado de distinta manera y hubiera cooperado a que
su vida con poca visión no se le hiciera tan triste. Lamentablemente no podemos
dar marcha atrás al reloj, pero sí que os animo a desarrollar este aspecto de
los problemas visuales para que todos los que lo tengan ahora puedan contar con
la comprensión y las motivaciones que necesiten para una vida plena.
Paloma, 8 de abril de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario